Lejos de imaginar que haya sido extraída de la costilla del hombre, la mujer Wayuu encarna el ritmo de la Madre Tierra; ella sigue el orden natural del nacer y renacer de la vida en la circularidad del espacio y el movimiento. Esta percepción se expresa en la danza tradicional Yonna, donde la mujer se desplaza cadenciosa y en modo frontal para hostigar la condición desafiante del hombre, quien se muestra siempre impetuoso y danzando en retroceso, en este modo se interpreta que la danza es un encuentro y desencuentro entre lo femenino y masculino, entre lo permanente y lo transitorio, entre el vivir y el morir. De allí, que en sano contraste se interprete la caída del hombre como una etapa de muerte y renovación.
En el Piouy o círculo sagrado de la Yonna se celebra la permanencia de la vida. La superioridad de la mujer danzarina significa vida y permanencia. Al contrario de esta síntesis, la salida o caída masculina se comprende como un fracaso de la adversidad, lo cual despierta el júbilo colectivo de los espectadores, que habitualmente celebran el esfuerzo y el coraje femenino. En este sentido, la condición masculina se comprende como un despliegue de amenaza dominante, que atenta contra el principio de la existencia y la permanencia.

En el plano místico de la Ouutsü o experta religiosa se considera que la mujer danza en condición de esencia o energía protectora, mientras que el hombre representa un opuesto, que puede estar asociado a la desgracia y al infortunio. La explicación está dada a partir del origen y el carácter religioso de la Yonna, que es una danza autorizada por las mujeres Ouutsü en momentos especiales de sanación y curación de enfermos.
A partir de su entrega en las diversas actividades artísticas y religiosas, la mujer Wayuu posee un significado cultural, que ha sido forjado a través de su fuerte convicción para fundar el orden natural del mundo Wayuu. Su historia está narrada como ser tierra y ser madre protectora de la vida. En tal sentido simboliza las funciones de la familia, el cuidado de los hijos, la recolección alimentaría, ella mantiene el fuego en el hogar, teje los vestidos, fabrica las cerámicas, interpreta los sueños, oficia los rituales religiosos y practica el arte mágico de conocer las plantas medicinales.