SISTEMA NORMATIVO WAYUU



El SISTEMA NORMATIVO WAYUU
Es el conjunto de principios, procedimientos y ritos que regulan o guían la conducta social y espiritual de los miembros de la comunidad Wayuu. Su aplicación social se hace efectiva a través de la institución moral, social y cultural del Pütchipü’üi, quien también se conoce con el nombre de Palabrero. En función de preservar la armonía social y los principios vitales de los individuos, el Pütchipü’üi actúa como agente de control social para la aplicación de justicia, recreando la palabra y el saber ancestral que integra los fundamentos de vida espiritual, mitológica y social de la nación Wayuu. Desde el punto de vista mitológico el palabrero esta asociado a determinadas especies de la fauna silvestre, las cuales presentan como características especiales ciertas excentricidades en sus aullidos o cantos armónicos, que se interpretan como un despliegue para establecer armonías y correspondencias con la naturaleza. Según el origen mítico, inicialmente fue asociado al Ala'ala, especie de primate, conocido con el nombre de mico aullador. Posteriormente se reconoce al pájaro Utta como el ave primigenia, que fue capaz de establecer los primeros preceptos de armonía social entre los Wayuu.

En la dinámica cultural también se reconocen a otras especies de aves, tales como el Waakawaa, el Püsichi (murciélago), y el pájaro Aliruashi, que aparecen en los relatos mitológicos como legítimos legisladores, que han sido llamados a sentar los criterios propios del Sistema Normativo Wayuu. De este modo se produce la resignificación de los valores que afianzan las facultades especiales de las autoridades tradicionales y se instituyen las normas y rituales de convivencia social y espiritual. El siguiente fragmento, narrado por Kosooyo Amaya Epieyuu, describe algunas cualidades que les otorgan a estas aves: Utta fue uno de los primeros palabreros que tuvimos los Wayuu. Él fue quien nos organizó en clanes y nos explicó las primeras normas de convivencia. También estableció el valor de las ofensas y las compensaciones. Pero un día, después de un arreglo de conflicto, estaba muy interesado en recibir un alto pago por sus servicios, los cuales no fueron satisfechos, y entonces decidió quedarse con un collar como forma de pago por sus palabras. Su conducta produjo un gran malestar entre los Wayuu y decidieron desconocerlo como un justo palabrero tradicional. Desde entonces se quedó con un collar blanco en el cuello, que lo identifica para siempre. En aquellos tiempos existían collares blancos que eran muy valiosos entre nosotros. En su reemplazo fue invitado el pájaro Aliruashi, quien atendió el llamado y se presentó ante una multitud de clanes, expresando lo siguiente: - Todos ustedes saben que el desierto nos ofrece pocas posibilidades o tranquilidades, y no debemos pensar en problemas que nos hagan abandonar nuestros bienes materiales y espirituales. - También sabemos que el dolor y el llanto, ocasionado por pérdidas de seres queridos y el abandono de nuestras pertenencias familiares, no tiene valor alguno entre nosotros. Es por eso que necesitamos la prudencia y la sensatez en todas nuestras actuaciones… solamente así podemos continuar la cría de nuestros hijos y la prosperidad en los rebaños consentidos. - Pero ante todo, el valor de la vida debe estar por encima de cualquier circunstancia social… debemos tener la disposición para convivir entre chivos vivos, cantos de pájaros y sueños de lagartijas.



 En su distinción particular, el palabrero suele llevar consigo el Womü (sombrero tradicional), y un bastón que recibe el nombre de Paliisepai o Waraaralü, cuya dimensión es de aproximadamente un metro de largo y dos centímetros de diámetro. Como objeto de uso personal, este bastón es extraído del tallo de una especie de planta trepadora, conocida con el mismo nombre, que por defectos naturales es modificado o enderezado mediante un procedimiento manual denominado apütchiraa o anapütchiraa, con el cual se procura fijarle cierta rectitud sin que llegue a perder su gran flexibilidad natural. A partir de este proceso manual, los Wayuu designan como Pütchi al repertorio de palabras persuasivas que sustentan propósitos razonables. En este sentido, también se considera que la óptima rectitud lograda en un bastón es la muestra perceptible de una excelente trayectoria de su propietario. Como figura institucional, el Pütchipü’üi es el pensador de lo pacifico, el que lleva consigo la palabra pacificadora. Se caracteriza por ser un especialista en la solución de conflictos y disputas en todo el orden social. Su capacidad para persuadir la pone al servicio de toda la comunidad, con el único propósito de evitar violentas acciones guerreras entre clanes. Entre sus virtudes personales predomina un repertorio de palabras que conllevan, en primera instancia, al diálogo y al entendimiento, así como al arreglo y al pago de compensaciones, restableciendo la armonía social a través de la conciliación y la reconciliación. En otras intervenciones, promueve la paz, la convivencia, el progreso y los lazos que fortalecen la hermandad.

El palabrero tradicional cultiva en sus virtudes personales hábitos que corrigen actitudes mediante consejos y prácticas de comportamientos éticos y morales, con los cuales ha promovido históricamente la armonía social del individuo en la sociedad Wayuu. Para la solución de conflictos, el palabrero anuncia previamente su visita a través de emisarios locales, quienes se encargan de informar acerca del compromiso adquirido en la categoría de conciliador autorizado. Con ello se busca garantizar que en su audiencia estén presentes las 8 Narrado en la ranchería Pesüapü, región media guajira, el día 3 de octubre de 2003. autoridades tradicionales "Alaülayuu" del clan receptor, los cuales reciben el nombre de Pütchipala. Estos, a su vez, pueden extender invitaciones para hacerse acompañar de los erajülii akuai'pa (testigos presénciales), quienes participan en condición de miembros neutrales de otros clanes y considerados como legítimos observadores en la conciliación. La conformación distanciada de los asentamientos tradicionales conllevó a que los grupos familiares coexistieran y actuaran dispersos en los territorios tradicionales, y sólo se congregaran para atender eventos trascendentales, tales como ceremonias de velorios, rituales mágico-religiosos o resolución de conflictos y dificultades interclaniles. De este modo se explican los antecedentes que dieron origen a la figura tradicional del representante legal en cada uno de los clanes.

En la organización social existe la institución de los Alaülayuu, reconocidos como legítimas autoridades tradicionales, que a partir de la condición de Alaülaa (tío materno), y el despliegue del carácter sensato de un Laülaa (persona adulta mayor), ejercen la autoridad en el seno de su grupo familiar. Un tío materno ejerce el mando y la representación de la familia, asumiendo muchas de las funciones y obligaciones socioeconómicas que corresponden socialmente a un padre. En consecuencia, asume la responsabilidad de proteger los bienes e intereses familiares, promoviendo los buenos comportamientos en los sobrinos o hijos de sus hermanas. Dentro de estas funciones está el de interpelar ante los actos censurables que atentan contra la dignidad de la familia, así como responder por las acciones imprudentes que se cometen a individuos de otras familias, sobre todo, cuando se afectan las buenas relaciones con otros clanes de la comunidad. Como líder natural de la familia, el Alaülaa está forzado a presidir las negociaciones interfamiliares y dirimir los conflictos que se presentan con otros clanes; a él se acude inmediatamente para concertar en nombre de todo el clan familiar. Su importancia en la familia consiste no solamente en su función política y de control intrafamiliar, sino también en su capacidad para mantener el bienestar social en la comunidad.

A través de esta función en la familia y sus capacidades en la gestión y resolución de conflictos puede alcanzar, en suma consecuencia, el rango de Alaülayuu o autoridad tradicional, en el que asume una mayor responsabilidad como representante legal de toda una comunidad. Durante este oficio adquiere cierta autonomía para realizar labores de coordinación y organización social, donde su autoridad se restringe solamente a la zona ocupada por su comunidad. De acuerdo a estas facultades en la gestión comunitaria, el Alaülayuu puede obtener el amplio reconocimiento de la colectividad, logrando abarcar otras dimensiones sociales que lo llevan a ejercer cierto liderazgo, que bien puede ser en condición de Pütcheejana (mensajero tradicional), o Pütchipü'üi (palabrero tradicional). A diferencia del Pütcheejana, quien es un mensajero tradicional, que sólo cumple con entregar o recibir mensajes y respuestas, respetando su función como justo vocero en la comunidad, el Pütchipü'üi funciona convenientemente como un agente de control social para las diversas aplicaciones de justicia, y ejerce naturalmente la función de un justo conciliador tradicional, conocedor de todo el Sistema Normativo o "DERECHO WAYUU", el cual se establece a través del valor de la palabra. Su figura representa todo el sistema de compensaciones que se dan en el orden cultural de la etnia. En esta labor se destaca especialmente por tener una buena erudición y un amplio conocimiento de la cultura y las normas de convivencia social de los antepasados, cuyos procedimientos se han instituido y enriquecido en la propia tradición y en la fuerte interacción social con Alijunayuu (personas no indígenas).

Cuando existen casos de conflictos interclaniles, tanto los representantes legales de las familias agredidas como las del grupo agresor pueden solicitar la asistencia de un Pütchipü’üi, que pueda actuar en forma ajena al conflicto a partir de su vinculación familiar materna y en relación a la familia agraviada, en forma general, se busca que los palabreros sean de otros linajes con quien se tengan buenas relaciones u otro tipo de parentescos. Los propios Palabreros evalúan esta situación antes de asumir la responsabilidad, y en caso de aceptar, ponen en conocimiento del grupo agredido su mejor intención para solucionar el caso en forma pacífica. En el caso de ser aceptada la palabra (Pütchikalü) se estable el proceso de diálogo entre las familias en disputa y los palabreros trazan sus planteamientos para llevar y traer la palabra que contiene las proposiciones y las contraproposiciones. Durante el diálogo se ponen de presente los argumentos mas fundados y consistentes, los cuales se exponen con gran prudencia y diplomacia. En las argumentaciones suelen exponerse los hechos del pasado y se enlazan los acontecimientos que son similares. A la luz de las comparaciones, entran en consideración los comportamientos de las familias y se analizan las conductas de los individuos involucrados.

En los debates relucen las virtudes retóricas y los argumentos para hacer entrar en razón y hallar salidas a un acuerdo. A menudo, en los espacios de discusiones se permite la asistencia de miembros de otros clanes, quienes participan en condición de observadores, que solo pueden intervenir en los instantes que sean consultados para escuchar sus opiniones como testigos. Los procesos de arreglos cubren periodos de tiempos, que pueden abarcar días, semanas y meses, hasta agotar las discusiones y encontrar la mejor salida a una solución. Cuando no se llega a un acuerdo, sobrevienen las acciones violentas que rompen con el orden social de las comunidades. En los casos de homicidios o delitos graves, donde aun no se producen venganzas inmediatas, las posibles amenazas de represalias pueden cesar hasta el momento en que los palabreros hacen su intervención. A partir de la aceptación de la palabra, los miembros de las familias en disputa solo esperan resolver el conflicto a través de las posibilidades de diálogos. En los casos en que se llegue a un acuerdo, se procede con la acción de cumplimiento entre las partes, los cuales consisten en actos de reparación a través de la entrega de compensaciones por los daños ocasionados.

En la concepción Wayuu se establece que toda infracción o daño ocasionado a un individuo o grupo familiar debe ser indemnizado de acuerdo al estado de gravedad. De este modo, la reparación de los delitos mas graves, tales como homicidio, violación, robo y adulterio, se realizan a través de pagos, que consisten entregas de ganados, prendas o collares compuestos con piedras preciosas. Las indemnizaciones se pueden hacer en varias entregas y en forma general se distribuye entre todos los miembros del linaje. Para los efectos de indemnización, en el código oral de la etnia se diferencia entre la muerte intencional y la involuntaria, con lo cual se estiman los valores de acuerdo al grado de la misma. En las consideraciones se acepta la no culpabilidad, pero el hecho se ha dado y por lo tanto se exige la compensación o indemnización. En relación a otros hechos, los palabreros pueden exonerar de culpabilidad cuando existen casos en que los afectados reconocen grados de culpabilidad. En cuanto al pago que corresponde a los palabreros, este se realiza a manera de obsequio voluntario por parte de los representantes de ambos grupos familiares. En los actos finales de conciliación y reconciliación ambas familias reconocen la labor de los palabreros, como pensadores de lo pacifico. 


Fuente: Extraido del Plan Especial de Salvaguardia del Sistema Normativo Wayuu.
 
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